El alcoholismo, el consumo de drogas o la falta de compromiso, el abandono de los jóvenes, el fracaso escolar ó la escasa preparación cultural no son un problema, sino la consecuencia de algo más profundo, algo más de fondo: una educación vacía de valores y de esfuerzo, un tipo de educación que ha fracasado.
No entiendo por qué ahora la gente se extraña tanto de estas cifras y porque se levanta la voz de alarma. Cuando a los jóvenes les estamos presentado todas las papeletas de que la búsqueda del placer y la evitación del dolor en cualquiera de sus manifestaciones, es una consigna que se les está gravando en lo más hondo de su ser. Entonces aquí aparece el señuelo de la droga con la oferta de los “paraísos”, en las que por desgracia, tantos están participando.
Sin un modelo de vida, sin una manera clara de comprender el mundo, sin una “verdad” absoluta que ayude a superar sus crisis, los jóvenes quedan desarrapados en el mundo. ¿Nadie les ha sabido explicar en que consiste este mundo?
Aún estamos a tiempo, nunca es tarde, pensemos que nuestros jóvenes son el caudal más valioso que poseemos.
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